Abandono académico
- InfoCadémica
- 8 may 2019
- 2 Min. de lectura
En estos días veo con autentica sorpresa los indices de abandono académico de nuestro país.
Un autentico tormento para las familias de adolescentes, que deben plantearse como ofrecerles el mejor futuro posible a sus hijos e hijas. No creo que tengas consuelo cuando tu hijo o hija tiene menos de 18 años y no sabes dónde ha estado el error, qué pudiste hacer para llegar a esto. Porque los padres y madres, hacemos eso, nos culpamos.
Y no digo yo, que algo de culpa no sea nuestra. No ayudamos a nuestras criaturas a superar la frustración , a luchar por sus objetivos, a esforzarse y sentirse recompensados por los frutos de sus esfuerzos.
Queremos que sean felices, por encima de todas las cosas, y nos equivocamos. La felicidad hay que buscarla y trabajar para conseguirla.
Pero no pretendo dar consejos a nadie. Yo he vivido esta experiencia en primera persona.
Conseguí con mucho esfuerzo, quién tenga un hijo o hija que no quiere estudiar sabe a qué me refiero, que mi hijo llegará a la universidad. ¡Los astros estaban alineados para mí, todo había salido bien! Al finalizar el primer curso, decidió cambiar de Grado, ¡Venga, no pasa nada! pero sí, sí pasaba. A los dos meses me dijo que la universidad no era lo suyo.
Y, ¿ahora qué?
¡Creo que nunca he llorado tanto! para mí fue muy duro aceptar su decisión. Me costaba hablar con él. No podía pensar nada más en que iba a ser un Ni-ni. Todo el mundo me decía que tranquila, que ya maduraría. Pero yo le veía en casa delante del ordenador y no apostaba por una solución satisfactoria.
Descubrimos Garantía Juvenil y se inscribió. Hizo un curso con posibilidad de ser contratado y empezó a trabajar. Descubrió que la informática le gustaba y decidió volver a estudiar.
Después de cursar una F.P. Dual, que yo cuestioné mil veces por los horarios de trabajo, obtuvo su doble titulación. A la semana de terminar, ya estaba contratado. Y se permitió cambiar de trabajo y mejorar sus condiciones laborales.
He aprendido mucho de esta experiencia. Lo primero, que no es mi vida, es la de mis hijos. Pero sobre todo, he aprendido que nuestro sistema educativo ofrece recursos, que sólo hay que conocerlos.
Por eso insisto en lo importante que es la información, con ella podemos ilusionarnos por un futuro en el que seamos felices.
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